Nosotros, Los Carmina, en ningún momento de nuestra etapa educativa
nos planteamos el hecho de para qué servía un examen, o cuál era el principal
motivo de que al final de cada trimestre se nos entregase un boletín con las
notas que habíamos obtenido en los exámenes. Nuestra única obligación tanto
para nuestros padres como los profesores era la de superar los conocimientos
que se planteaban un día en concreto, en un folio concreto. En el caso de que
los superaras, en ese boletín venía un PA (progresa adecuadamente) acompañado
de hasta tres positivos, lo que simbolizaban los futuros “bien”, “notable” y “sobresaliente”.
Hasta nuestra entrada
en la universidad, y tras haber aprobado
el examen por excelencia, la PAU, no oímos nada acerca de una posibilidad de
evaluación sin necesidad de exámenes. Nadie nos había expuesto el sistema
educativo como lo exponían los profesores. Casi todos los profesores veían
ridículo la necesidad de los exámenes como único método calificativo. En un
principio, esto resultaba extraño para nosotros, ya que no éramos capaces de
ver más allá del examen para poner las notas que decidiesen si pasábamos de
curso o si por el contrario repetíamos. Fue en ese momento cuando nos
expusieron la cuestión:
“¿Y
por qué tiene que haber notas?” “¿Para qué sirven las notas?”
Estas preguntas, que
era la primera vez que las escuchábamos, nos hicieron pensar, pero no fuimos
capaces de encontrar una solución.
Cuando nos expusieron
el para qué servían las notas, lo comprendimos todo, por fin. Comprendimos todo
el sistema educativo, toda la serie de reformas que se están realizando, esa
importancia que se le otorga a las notas…toda la parafernalia que la entrega de
un boletín conlleva no es más que para poder clasificar a las personas, a los
alumnos. En el momento en el que un alumno obtiene una mala calificación en un
examen, ese alumno cae en el “casillero” de los “NO APTOS”, llegando incluso a
conseguir que ese niño se crea que él no vale, y se oigan frases tales como “Yo
es que no valgo para estudiar”.
Con esta serie de ideas
en mente, y tras la finalización del bloque de “Evaluación”, le realizamos una
entrevista a @hernandezbea, pedagoga y maestra en una escuela de Madrid, para ver si ella podría aclararnos algo más aún
algunos temas acerca de la evaluación y para ver cómo aplicaba ella estos
conceptos en su rutina como maestra.
-¿Cree que es posible medir el aprendizaje que un niño
adquiere?
El aprendizaje no se puede medir de una manera
cuantitativa (nota, puntuación, calificación) porque no es objetivo, ni debe
serlo, aunque pongamos mucho empeño en ser exhaustivos y precisos con los
métodos de calificación ya que el margen de error es mayor del que
creemos. Las condiciones de laboratorio no existen en la escuela,
debido a la inmensidad de factores externos que influyen en los chicos y
que no podemos controlar por lo que los resultados que obtengamos de la mera
calificación, siempre en mayor o menor medida, serán imprecisos y superficiales,
y sobre todo no cumplirán con el cometido.
-¿Qué significa “evaluar” para usted?
Evaluar es valorar
de forma cualitativa que conocimientos o aspectos están sólidamente
aprendidos y cuáles débilmente adquiridos e informar a las familias de
ello. El proceso no concluye si la intención es formativa.
-¿Es lo mismo evaluar que calificar?
Donde no llegan los números,
empieza la evaluación. No es mía, es de Don Juan
Manuel Álvarez, un instruido en esto de la evaluación.
-¿Qué herramientas utiliza usted para calificar a sus
alumnos?
Para calificar las que me obliga a utilizar la
Administración de Madrid y el centro educativo donde trabajo. Pruebas Iniciales,
Pruebas de Conocimientos y Destrezas Indispensables, plantillas de
correcciones y los boletines de notas.
-¿Cree que las notas tienen algún valor pedagógico?
¿Por qué?
Ninguno, porque no dan
información real de la evolución del alumno. Lo que ha aprendido y lo que le
falta por aprender, cuáles son sus puntos fuertes y cuáles los débiles, qué
sabe ya hacer o en qué se tiene que esforzar aún más.
Las notas
indiscriminadas, muy al uso lamentablemente en las escuelas, rompen con el
sentido esencial del aprendizaje de disfrutar con el gusto por saber. Con la
calificación además irrumpe la competición.
-¿Sería posible no poner notas en la enseñanza
obligatoria?
Posible no, sería necesario por
eso mismo, porque es obligatoria. A no pocos (y cada vez son más,
desafortunadamente) les obligamos a estar en un sitio donde no quieren, después
les etiquetamos intelectualmente y además les pedimos que no
pierdan la sonrisa incluidos los que salen peor parados. ¿Cuál es la lógica?
¿Crear jerarquías? ¿Es esa la misión de la escuela? ¿O posibilitar el mayor
número de aprendizajes con verdadero valor educativo?
Después de leer
detenidamente las respuestas de Beatriz hemos confirmado nuestras ideas acerca
de la evaluación y mantenemos que la calificación de los alumnos no tiene
cabida en la escuela moderna.
La escuela debería
centrarse en la evaluación, ya que si evaluamos a los niños, estos serán
capaces de mostrarse de una manera crítica hacia la sociedad y los educaremos en
la más plena democracia, que es lo que realmente debería buscar la escuela.
Si apartamos las
calificaciones, apartaremos las clasificaciones y las etiquetas, y
conseguiremos una educación democrática, libre y para todos.